Corria mayo, llovia. Era una tarde para quedarse en casa, pero no.
Me llamo y le dije de encontrarnos en el cafè de siempre. A eso de las 4 de la tarde.
Llego tarde, yo tambièn. Los compromisos previos nos inundan, tanto a èl como a mi.
Pero no nos importo. Èl con su caracteristica campera marròn y yo con uno de mis tantos sacos blancos.
Llege y ya estaba ahi, sentado de espalas a la puerta, tomando un cafè y fumando un cigarrillo . Al verme note una sierta sonrisa complice, nunca antes notada en su rostro, lo saludè son un beso en su mejilla (la cual me sorprende lo suave que es) y compenzamos a charlar, no dejo ni por un momento de mirar mis ojos, los suyos brillaban sorpendentemente, los mios tambien, pero yo lo hacia menos notorio.
Luego de 3 o 4 horas de charla mirò su reloj y me dijo que tenia compromismo, nùnca especificando cuales eran, di por sentrado que era su facultad. Ya era de noche, hacia frio y no me gustaba andar sola por esos lados, me acompaño hasta la parada mas cercana. Pense que todo iva a terminar ahi, pero antes de irme, me dio un beso que todavia lo tengo guardado en mi memoria, cada movimiento, cada palabra, cada sonrisa. No me dejo ir, ni èl se fue. Nos quedamos otra cantidad de horas cosiderables mirando la luna, que por sierto esa noche, fue la màs linda que vi en mi vida.
Màs entrada la noche partimos los dos juntos, hacia algun lugar sin definir, nos encontramos en las mismas coordenadas de tiempo y espacio, amandonos tanto como nùnca lo habiamos hecho con nadie. Luego que me cantaste esas canciones de Bell And Sebastian que a mi tanto me gustan, le volvi a dar un beso en la mejilla (que ya no la tenia tan suave) y me fui.
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